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Casamientos en el Museo Quinquela: ya dan el sí en la casa de un soltero empedernido

Benito Quinquela Martín fue un soltero implacable. Se casó recién a los ochenta y cuatro años con su asistente de siempre, Marta Cerruti, en una liturgia reservada por el hecho de que ya estaba enfermo. Lejos, tal vez, de la postura del pintor sobre los compromisos cariñosos mas como un homenaje a su vida y obra, el museo que creó en el distrito de La Boca sirvió de escenario de casamientos.

4 parejas festejan su boda el día de hoy con una vista privilegiada a la cuenca del Arroyo que tanto inspiró al artista en sus pinturas de vida portuaria que lo hicieron insigne. «Es un proyecto que miramos con mucho cariño por el hecho de que es un museo abierto, que va al encuentro de la gente y nos semeja esencial que deseen festejar ese instante tan singular acá», asegura Víctor Fernández, directivo de la corporación desde hace 4 años.

El establecimiento situado en avenida Pedro de Mendoza mil ochocientos treinta y cinco sirve como salon eventos corporativos y fue donado por Quinquela Martín en mil novecientos treinta y tres para edificar una escuela primaria y un museo, que fue estrenado 5 años después. Aparte de los murales pintados por el insigne pintor y obras figurativas de artistas argentinos, hay una compilación de mascarones de proa, única en América Latina. Ahora se aúna a escenarios como el Rosedal de Palermo, la Usina del Arte o bien el Jardín Nipón que los porteños pueden escoger como locación para casarse.

«La sala tiene ventanales que dan al río. Tiene vistas lindísimas, es muy pintoresco para sacar las fotografías con la familia y los amigos. Es casarse en un sitio rodeados de arte», afirmó Verónica Luna, de treinta y seis años.

Ella y su novio Daniel Leonardi, de treinta y nueve, fueron los primeros en casarse en el museo para despues dirigirse a hacer la fiesta en un salon de fiestas. Habían pensado en una boda en un lugar simbólico de la Urbe y también, aun, hace un tiempo se habían anotado para hacerlo en el Teatro Colón. Mas no tuvieron suerte pues eran muchos los inscritos. Entonces debieron aplazar el casamiento por cuestiones personales y ahora fue el propio Registro Civil el que les ofreció hacerlo en el Museo Quinquela Martín, pues la data escogida coincidía con la inauguración del sitio para estos acontecimientos.

«Nos pareció re linda la idea. Conocemos al artista y el museo es muy colorido. Me agrada mucho todo cuanto es oferta cultural. El último día de la semana fuimos a recorrerlo, tiene unas vistas lindísimas y está cerca de Caminito», cuenta Verónica, diplomada en Ciencias de la Comunicación, y remarca que con Daniel – que trabaja en el área de la construcción- desean «sellar» el vínculo que los une hace dieciocho años y fortalecer la cuestión de tipo legal en frente de la idea de súbito tener hijos.

A Lilén Burgos, de treinta y uno años, y Francisco Cambas, de veintiocho, asimismo les emocionó casarse en el Museo Quinquela Martín, si bien les quede «lejísimo» por el hecho de que son de Saavedra. «Cuadraba mucho con nuestra idea de que sea un sitio bien porteño. Me chifla». Hace doce años que vino de Chaco y, conoce La Boca, mas aún no visitó Caminito: «Era un pendiente», afirma . Se conocieron en la universidad, donde los dos estudiaron diseño industrial, y conviven desde hace cierto tiempo.

«Si hay 2 personas más fuera del planeta somos . Organizamos todo hace un par de semanas y fue una enorme casualidad que se diese así. Fue una data improvisada y nos encantó la idea en el momento en que nos ofrecieron el Museo», afirma Lilén, quien no conoce el sitio mas sí al «muy famoso» artista. «Nos amamos un montón, de ahí que nos casamos. Realmente, el casamiento se dejó de utilizar, mas prosigue teniendo relevancia por una cuestión de tipo legal. Después la gente se vuelve desquiciada y nos felicitan y entonces nos acabamos copando más con la liturgia».

Lo que no conocían ni a Verónica ni Lilén era que, paradójicamente, el creador del museo que fue la sede de sus casamientos tenía una fuerte resistencia al matrimonio. «Fue un soltero irredimible. Fue un enorme romántico, mas escogía no formar una familia por el hecho de que afirmaba que el arte y sus creaciones le demandaban todo. No se veía con la capacidad de aceptar la responsabilidad de una familia», cuenta el directivo del museo, Víctor Fernández.

No obstante, Quinquela Martín acabó casándose un par de años ya antes de su muerte. Su esposa, hasta ese momento su asistente de siempre, fue la única heredera de sus obras. La boda fue íntima y, «pese a ser una persona muy sociable, muchos amigos se enteraron por las gacetas», conforme relata Fernández.