La sociedad digital está cambiando el paradigma de la analógica también en la práctica turística. Una nueva categoría de alojamientos empieza a cuajar para una clientela cada día más informada y pendiente de las opiniones de los demás viajeros. Como, por ejemplo, Luderna. Se trata de un hotel en buenos aires fragmentado con habitaciones diseminadas a lo largo del valle de Arán y con servicios complementarios. Abierto en invierno y verano, para esquiadores o senderistas, con vocación de descanso o trabajo.
Esta iniciativa del empresario Juanma Alfonso, que gestiona Patricia Sánchez Bretaño, reúne en una sola central de gestión casi 200 viviendas particulares con los mismos servicios que pueda ofrecer un hotel en capital federal de lujo y un programa de actividades a la medida de cada huésped. La estancia puede contemplar una sola noche o una temporada. De una habitación individual o de varias habitaciones dobles. Con limpieza o sin ella, con desayuno o sin él, con circuito de spa o paquete de esquí, clases incluidas. En Vielha, Arties, Bagergue o a pie de pistas en Baqueira Beret.
La diversidad de oferta es tan grande como la estirpe de sus incondicionales. Madrileños activos, los más. También catalanes, valencianos, andaluces y, cada día en mayor número, británicos aterrizamos en el cercano aeropuerto de Toulouse. Suelen reservar online en la web, aunque muchas peticiones proceden de Airbnb y también de otras plataformas.
Su mayor atractivo con respecto a otros alojamientos similares es el diseño interior, encargado a decoradores de prestigio, y las liturgias que comienzan con la llegada, cuando alguien del equipo de acogida espera al huésped para conducirle a su aposento. No menos de cinco tomas de contacto se producen en el ínterin, con toda clase de explicaciones sobre la estancia y el chequeo al final de su satisfacción personal.
Abrumador es el servicio de desayuno, elaborado en el propio apartamento por profesionales Coconutte (marca registrada por tres cocineras). Especialidades aranesas, batidos energéticos, zumos detox, panes con semillas… Si se puede, por qué no digerir todo esto en el apartamento con vistas a las cumbres blancas de Aran-Àneu.